Sin educación y sin trabajo.
Por Juan Herrera.
Los que desertan, los que ya no van, los que la miran de afuera. Los que sentados en cualquier esquina se ausentan del aprender y asimismo continúan sin hacer nada. Sumado a la incipiente estructura laboral se agrega un deterioro del sistema educativo y así el surgimiento de una nueva generación, la de los jóvenes que no estudian ni trabajan.
Yo vivo en una ciudad.
Paraná es la otra ciudad y única que fue capital de la Republica Argentina. Desde el 24 de marzo de 1854 hasta el 16 de septiembre de 1861. Su particularidad en su geografía es la de parecerse a una ciudad medieval en donde el centro es lo que simbolizaría el castillo, y cruzando sus puentes se llegaría al vulgo, es decir, a los barrios. Así, si se cruza por el llamado Puente Blanco, por calle Florentino Ameghino, nos encontramos, metros después de cruzar por un riel de vías muertas, en el barrio San Agustín, ubicado en el sudoeste de la ciudad. La llegada a este barrio también se podría hacer por el puente Eva Perón, por calle Florencio Sánchez. Entre los dos puentes se encuentra el Cementerio Municipal.
El arroyo Antoñico es el que divide el centro de este y mucho de los barrios, en el cual San Agustín ocupa casi una tercera parte de la población de la capital entrerriana.
“Paraná termina en España y San Marín”, dicen algunos, pero lo cierto es que pasando esos limites y aun muchos más las historias no son muy distintas, y son muy pocos los que pueden escapar de esta realidad; cierto es que en un barrio la pelea se hace mucho más difícil.
San Agustín nació un 9 de febrero de 1943, cuando el terreno conocido como Quintas del Sur de Luis Erbetta es ocupado bajo una ordenanza municipal por 150 familias. Así durante la intendencia del Dr. Enrique Víctor Acebal el barrio San Agustín aspiraba a ser un barrio progresista. Con la creación del Matadero Municipal, Corralón y Vivero, se produjo la radicación de más pobladores.
Pero esta idea de progreso es muy distinta a la que se ve actualmente. Una de las postales más significativas es el total abandono del Matadero Municipal el cual ya hace mas de diez años a dejado de funcionar. Hoy en lugar de los más de 2.000 empleados que ocupaban sus puestos, es ocupado por una familia que vive en una de las tantas piezas desérticas, de un lugar, que antes brindaba dignidad a cada uno de sus trabajadores.
Jóvenes con un futuro incierto
En nuestro país los jóvenes no se preocupan con la idea del estudio y del trabajo. Estos jóvenes son llamados como la generación ni-ni, ni estudia, ni trabaja. Adolescentes entre 15 y 24 que no hacen nada de nada ni buscan hacerlo, solo ven como pasan las horas, los días, los meses y los años en una plaza o esquina, La mayor parte de los ni-ni pertenecen a sectores indigentes, pobres y vulnerables.
En Paraná y concordia el 34% de los jóvenes entre 19 y 25 años no trabaja ni estudia. Este estudio fue realizado durante el segundo semestre del 2006 por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). De los 23 mil jóvenes de entre 16 y 18 años, el 26 %, no asiste a la escuela secundaria. Y entre éstos que abandonaron el aula, el 40 % está ocupado, el 12 % está desempleado, y el 48 % no trabaja ni tampoco estudia. Del 40 % que está ocupado, el 80 % es un trabajador asalariado “en negro”. De los 6 mil que abandonaron el estudio antes de concluir el período obligatorio, el 64 % son pobres.
La finalidad de universalizar la escuela secundaria, que solo obliga hasta 9º año, choca en la provincia con otra realidad, la del creciente abandono de los jóvenes antes de concluir el último año del nivel medio. Estos jóvenes, casi la mitad, tampoco se inserta en el mercado laboral.
Datos extraídos del Área Estadística y Censos, del Consejo General de Educación demostraron que la tasa de abandono interanual, entre los años 2006 y 2007 en los ciclos 7º, 8º y 9º año, con una edad teórica que va desde los 12 a 14 años marcaron en Paraná un porcentaje del 11,22 %.
Tasa de abandono interanual:
Una oportunidad sin aprovechar.
En el año 1959 se crea la EET Nº 4 (ex CONET) Centro de Formación Profesional para adolescentes. Esta dividida en tres partes:la primera es la de una escuela técnica pura, de Técnico Electricista, de primero a séptimo año; con sus tres años de ciclo básico y cuatro de ciclo superior. La segunda corresponde a la de Adolescentes, donde durante dos años de especialidad; con una certificación de oficios reconocidos por el INET, jóvenes entre 15 a 17 años, quienes no están insertados en el sistema educativo, eligen un oficio para luego poder emplearse.
La tercera parte es la de formación de operario que comprende siete talleres, sin limites de edades para aprender el oficio que deseen. En el barrio es conocido por todos las propuestas a elegir para aprender una labor, pero estas oportunidades chocan con la realidad de la zona y sus amplios problemas sociales.
Su director Carlos Martinez expresa que: “hay chicos que si tuvieran recursos podrían demostrar todo su potencial y que esta es la causa de los altos porcentajes de deserción en todas las escuelas de nuestro país”. Si nos preguntáramos, ¿dónde surge el problema? ¿que hace que un joven no se incentive por estudiar ni trabajar y dedique su tiempo a no hacer nada? Martinez plantea que el problema surge desde la familia. “Por ahí es demasiado que el alumno venga a la escuela con todos los problemas que tiene en la cabeza, cuando su familia es un desastre, y el Estado no ayuda con sus aportes que son insuficientes; el Estado no invierte, solo se preocupa cada vez que hay elecciones”.
— Cuando uno debe votar lo debe hacer de forma inteligente, pero los que están abajo votan con la panza y se van millones de pesos en otra cosa— recalca pensativo.
La formación de operarios abre sus puertas a partir de las 19 horas a las 22. Allí jóvenes del mismo barrio y zonas aledañas como lo son de los barrios: Las Flores; La Floresta; El Sol; Anacleto Medina; Antártida Argentina; Gaucho Rivero; Giachino; Libertad; Padre Kolbe; Paraná XVI; Pirola; San Jorge; San Martín y Santa Rita, intentan aprender un oficio e insertarse en el mercado laboral. Pero son muchos más lo que quedan afuera, los que ven como la nada es parte de sus vidas.
Martinez explica la forma en que incentiva a los alumnos y a quienes van a aprender una profesión.
—Conociendo un oficio pueden hacer algo, la plata la tienen en las manos, solo hay que moverlas.
El club del barrio.
El 20 de junio de 1945 se funda el Club Atlético San Agustín. Ubicado en el centro de la comunidad sanagustiniana el club no escapa de la situación de los clubes de barrio de la provincia donde: “algunos marchan bien, otros más o menos y hay muchos que andan mal”, tal como afirmó el presidente de la Asociación de Clubes Deportivos de Paraná (Acludepa), Roberto Ayala.
Quien conoce un club de barrio los conoce a todos; la cancha de básquet con el piso flotante de parquet, tal como lo rige la Confederación. Un pasillo que divide lo que es el estadio “Abel Ruiz” de la cancha de bochas; por ese pasillo se llega a la cantina, donde mesas ocupadas quizás por los primeros socios charlan y juegan a las cartas. Una vitrina muestra las primeras copas y medallas logradas, las nuevas conquistas están en la oficina de la presidencia.
Hugo Grassi, su presidente, plantea que desde el club se hace lo posible por incentivar a los jóvenes a que practiquen un deporte; si bien la única actividad es el básquet se busca insertar otros como es el voley. “él club se caracteriza por mantener las puertas abiertas para todos los habitantes del barrio”. El poco apoyo del gobierno a los clubes de barrios marcan una tendencia que hace imposible sostener sus estructuras, poder pagar a sus empleados y hacer obras de infraestructura y poder insertar de cierto modo a los jóvenes al deporte.
— Es el deporte el que va a sacar a los chicos de la calle.—dice Grassi, y agrega — Los pibes se matan cuando son chicos por tener una camiseta y un par de botines, ojalá exista un programa que sea capaz de lograr todo eso.
Las puertas del club no solo están abiertas para los jóvenes, sino también para las escuelas, las comisiones vecinales y la iglesia cuando estén dispuesta a realizar una actividad para la sociedad.
Taller de orientación y tutoría.
Cecilia Sánchez psicopedagoga y Marina Gómez profesora en educaciones especiales, trabajan conjuntamente con el dispensario Ramón Carrilo y el Centro de Formación Profesional. Se trabaja de forma individual con los papás y las familias, donde los principales problemas de los chicos son la conducta y las dificultades en el aprendizaje.
La falta de oportunidades es lo que mayormente se le presentan a estos jóvenes que no son posibles de encontrar una salida a esta situación.
En el dispensario Ramón Carrillo se ven desbordadas, trabajan la problemática con psicólogos y médicos y atienden violencia familiar con el Juez Gómez del Río.
Las especialistas remarcan lo difícil que es para un chico de estos barrios escapar del grupo de amigos y poder demostrarle, tal como ellas dicen.
—Hay otra forma de vivir, que no se deben acostumbrar. Existen oportunidades, solo hay que saber mirar.
La iglesia.
Una de las fincas que pertenecían a Eustaquia Suárez de Mora, que siendo viuda, decide donar parte de esos terrenos para que se levantara una capilla; Monseñor Martínez acepta la donación y decide nombrar como patrono a San Agustín en homenaje al esposo fallecido de doña Eustaquia. En abril de 1967, procedentes de Irlanda, los sacerdotes de la Congregación de Santo Domingo reciben la Parroquia San Agustín a su cargo. Hoy el trabajo que se trata de hacer para acercar a los jóvenes es brindarles un espacio a través de la formación de la fe con la catequesis. Su cura Omar Badacarrati, expresa que son muchas las actividades que se realizan a través de grupos.
—No sólo es un espacio de contención sino de formación, la propuesta se da a conocer pero la respuesta no es la esperada.
Otra de la pregunta por hacer es: ¿por que no se acercan los jóvenes a las reuniones que son talleres de ayuda, donde se plantean sus propios problemas?; la realidad es otra. Badacarrati responde:
— La fe es la que debe dar la respuesta— respira como para dar más fuerza a su siguiente pensamiento —pero la experiencia nos enseña que las amistades influyen notablemente en la vida de la persona.
Badacarrati expresa que para él es un desafió estas personas con falta de ideales, como llegar a ellas, como poder enseñarles que se puede emprender un proyecto y enseñarles un ideal, que es lo que sostiene a la vida.
Un punto de encuentro
En 1943 se crearon numerosas plazas y plazoletas, entre ellas la Plaza Eva Perón (ex Plaza San Agustín). En esta plaza está el Anfiteatro Linares Cardozo sede que hace algunos años presentaba importantes eventos culturales y artísticos. Pero por ciertos problemas de seguridad se dejaron de hacer.
Hoy es punto de encuentro de jóvenes que como ellos dicen: “la ven pasar”. Nadie toma asistencia, ni firma horas de entrada ni de salida, pero lo importante es estar ahí, con los amigos, aunque sea para no hacer nada.
Sus frases son: “veo qué hay para hacer”; “salgo”; “estoy con mis amigos”; y “cuando puedo busco trabajo”.
Que existan jóvenes que no estudian ni trabajan supone una pérdida para el futuro de nuestra sociedad. La educación, el trabajo y la esperanza en la propia vida queda lejos de ellos. Cuando lo que se debería ofrecer sería una esperanza de futuro, dar confianza; arriesgar por los pilares de una sociedad los cuales son: la educación y el trabajo. Y que apostar a ellos son maneras de decir: “hay lugar para todos”.
Por Juan Herrera.
Los que desertan, los que ya no van, los que la miran de afuera. Los que sentados en cualquier esquina se ausentan del aprender y asimismo continúan sin hacer nada. Sumado a la incipiente estructura laboral se agrega un deterioro del sistema educativo y así el surgimiento de una nueva generación, la de los jóvenes que no estudian ni trabajan.
Yo vivo en una ciudad.
Paraná es la otra ciudad y única que fue capital de la Republica Argentina. Desde el 24 de marzo de 1854 hasta el 16 de septiembre de 1861. Su particularidad en su geografía es la de parecerse a una ciudad medieval en donde el centro es lo que simbolizaría el castillo, y cruzando sus puentes se llegaría al vulgo, es decir, a los barrios. Así, si se cruza por el llamado Puente Blanco, por calle Florentino Ameghino, nos encontramos, metros después de cruzar por un riel de vías muertas, en el barrio San Agustín, ubicado en el sudoeste de la ciudad. La llegada a este barrio también se podría hacer por el puente Eva Perón, por calle Florencio Sánchez. Entre los dos puentes se encuentra el Cementerio Municipal.
El arroyo Antoñico es el que divide el centro de este y mucho de los barrios, en el cual San Agustín ocupa casi una tercera parte de la población de la capital entrerriana.
“Paraná termina en España y San Marín”, dicen algunos, pero lo cierto es que pasando esos limites y aun muchos más las historias no son muy distintas, y son muy pocos los que pueden escapar de esta realidad; cierto es que en un barrio la pelea se hace mucho más difícil.
San Agustín nació un 9 de febrero de 1943, cuando el terreno conocido como Quintas del Sur de Luis Erbetta es ocupado bajo una ordenanza municipal por 150 familias. Así durante la intendencia del Dr. Enrique Víctor Acebal el barrio San Agustín aspiraba a ser un barrio progresista. Con la creación del Matadero Municipal, Corralón y Vivero, se produjo la radicación de más pobladores.
Pero esta idea de progreso es muy distinta a la que se ve actualmente. Una de las postales más significativas es el total abandono del Matadero Municipal el cual ya hace mas de diez años a dejado de funcionar. Hoy en lugar de los más de 2.000 empleados que ocupaban sus puestos, es ocupado por una familia que vive en una de las tantas piezas desérticas, de un lugar, que antes brindaba dignidad a cada uno de sus trabajadores.
Jóvenes con un futuro incierto
En nuestro país los jóvenes no se preocupan con la idea del estudio y del trabajo. Estos jóvenes son llamados como la generación ni-ni, ni estudia, ni trabaja. Adolescentes entre 15 y 24 que no hacen nada de nada ni buscan hacerlo, solo ven como pasan las horas, los días, los meses y los años en una plaza o esquina, La mayor parte de los ni-ni pertenecen a sectores indigentes, pobres y vulnerables.
En Paraná y concordia el 34% de los jóvenes entre 19 y 25 años no trabaja ni estudia. Este estudio fue realizado durante el segundo semestre del 2006 por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). De los 23 mil jóvenes de entre 16 y 18 años, el 26 %, no asiste a la escuela secundaria. Y entre éstos que abandonaron el aula, el 40 % está ocupado, el 12 % está desempleado, y el 48 % no trabaja ni tampoco estudia. Del 40 % que está ocupado, el 80 % es un trabajador asalariado “en negro”. De los 6 mil que abandonaron el estudio antes de concluir el período obligatorio, el 64 % son pobres.
La finalidad de universalizar la escuela secundaria, que solo obliga hasta 9º año, choca en la provincia con otra realidad, la del creciente abandono de los jóvenes antes de concluir el último año del nivel medio. Estos jóvenes, casi la mitad, tampoco se inserta en el mercado laboral.
Datos extraídos del Área Estadística y Censos, del Consejo General de Educación demostraron que la tasa de abandono interanual, entre los años 2006 y 2007 en los ciclos 7º, 8º y 9º año, con una edad teórica que va desde los 12 a 14 años marcaron en Paraná un porcentaje del 11,22 %.
Tasa de abandono interanual:
Una oportunidad sin aprovechar.
En el año 1959 se crea la EET Nº 4 (ex CONET) Centro de Formación Profesional para adolescentes. Esta dividida en tres partes:la primera es la de una escuela técnica pura, de Técnico Electricista, de primero a séptimo año; con sus tres años de ciclo básico y cuatro de ciclo superior. La segunda corresponde a la de Adolescentes, donde durante dos años de especialidad; con una certificación de oficios reconocidos por el INET, jóvenes entre 15 a 17 años, quienes no están insertados en el sistema educativo, eligen un oficio para luego poder emplearse.
La tercera parte es la de formación de operario que comprende siete talleres, sin limites de edades para aprender el oficio que deseen. En el barrio es conocido por todos las propuestas a elegir para aprender una labor, pero estas oportunidades chocan con la realidad de la zona y sus amplios problemas sociales.
Su director Carlos Martinez expresa que: “hay chicos que si tuvieran recursos podrían demostrar todo su potencial y que esta es la causa de los altos porcentajes de deserción en todas las escuelas de nuestro país”. Si nos preguntáramos, ¿dónde surge el problema? ¿que hace que un joven no se incentive por estudiar ni trabajar y dedique su tiempo a no hacer nada? Martinez plantea que el problema surge desde la familia. “Por ahí es demasiado que el alumno venga a la escuela con todos los problemas que tiene en la cabeza, cuando su familia es un desastre, y el Estado no ayuda con sus aportes que son insuficientes; el Estado no invierte, solo se preocupa cada vez que hay elecciones”.
— Cuando uno debe votar lo debe hacer de forma inteligente, pero los que están abajo votan con la panza y se van millones de pesos en otra cosa— recalca pensativo.
La formación de operarios abre sus puertas a partir de las 19 horas a las 22. Allí jóvenes del mismo barrio y zonas aledañas como lo son de los barrios: Las Flores; La Floresta; El Sol; Anacleto Medina; Antártida Argentina; Gaucho Rivero; Giachino; Libertad; Padre Kolbe; Paraná XVI; Pirola; San Jorge; San Martín y Santa Rita, intentan aprender un oficio e insertarse en el mercado laboral. Pero son muchos más lo que quedan afuera, los que ven como la nada es parte de sus vidas.
Martinez explica la forma en que incentiva a los alumnos y a quienes van a aprender una profesión.
—Conociendo un oficio pueden hacer algo, la plata la tienen en las manos, solo hay que moverlas.
El club del barrio.
El 20 de junio de 1945 se funda el Club Atlético San Agustín. Ubicado en el centro de la comunidad sanagustiniana el club no escapa de la situación de los clubes de barrio de la provincia donde: “algunos marchan bien, otros más o menos y hay muchos que andan mal”, tal como afirmó el presidente de la Asociación de Clubes Deportivos de Paraná (Acludepa), Roberto Ayala.
Quien conoce un club de barrio los conoce a todos; la cancha de básquet con el piso flotante de parquet, tal como lo rige la Confederación. Un pasillo que divide lo que es el estadio “Abel Ruiz” de la cancha de bochas; por ese pasillo se llega a la cantina, donde mesas ocupadas quizás por los primeros socios charlan y juegan a las cartas. Una vitrina muestra las primeras copas y medallas logradas, las nuevas conquistas están en la oficina de la presidencia.
Hugo Grassi, su presidente, plantea que desde el club se hace lo posible por incentivar a los jóvenes a que practiquen un deporte; si bien la única actividad es el básquet se busca insertar otros como es el voley. “él club se caracteriza por mantener las puertas abiertas para todos los habitantes del barrio”. El poco apoyo del gobierno a los clubes de barrios marcan una tendencia que hace imposible sostener sus estructuras, poder pagar a sus empleados y hacer obras de infraestructura y poder insertar de cierto modo a los jóvenes al deporte.
— Es el deporte el que va a sacar a los chicos de la calle.—dice Grassi, y agrega — Los pibes se matan cuando son chicos por tener una camiseta y un par de botines, ojalá exista un programa que sea capaz de lograr todo eso.
Las puertas del club no solo están abiertas para los jóvenes, sino también para las escuelas, las comisiones vecinales y la iglesia cuando estén dispuesta a realizar una actividad para la sociedad.
Taller de orientación y tutoría.
Cecilia Sánchez psicopedagoga y Marina Gómez profesora en educaciones especiales, trabajan conjuntamente con el dispensario Ramón Carrilo y el Centro de Formación Profesional. Se trabaja de forma individual con los papás y las familias, donde los principales problemas de los chicos son la conducta y las dificultades en el aprendizaje.
La falta de oportunidades es lo que mayormente se le presentan a estos jóvenes que no son posibles de encontrar una salida a esta situación.
En el dispensario Ramón Carrillo se ven desbordadas, trabajan la problemática con psicólogos y médicos y atienden violencia familiar con el Juez Gómez del Río.
Las especialistas remarcan lo difícil que es para un chico de estos barrios escapar del grupo de amigos y poder demostrarle, tal como ellas dicen.
—Hay otra forma de vivir, que no se deben acostumbrar. Existen oportunidades, solo hay que saber mirar.
La iglesia.
Una de las fincas que pertenecían a Eustaquia Suárez de Mora, que siendo viuda, decide donar parte de esos terrenos para que se levantara una capilla; Monseñor Martínez acepta la donación y decide nombrar como patrono a San Agustín en homenaje al esposo fallecido de doña Eustaquia. En abril de 1967, procedentes de Irlanda, los sacerdotes de la Congregación de Santo Domingo reciben la Parroquia San Agustín a su cargo. Hoy el trabajo que se trata de hacer para acercar a los jóvenes es brindarles un espacio a través de la formación de la fe con la catequesis. Su cura Omar Badacarrati, expresa que son muchas las actividades que se realizan a través de grupos.
—No sólo es un espacio de contención sino de formación, la propuesta se da a conocer pero la respuesta no es la esperada.
Otra de la pregunta por hacer es: ¿por que no se acercan los jóvenes a las reuniones que son talleres de ayuda, donde se plantean sus propios problemas?; la realidad es otra. Badacarrati responde:
— La fe es la que debe dar la respuesta— respira como para dar más fuerza a su siguiente pensamiento —pero la experiencia nos enseña que las amistades influyen notablemente en la vida de la persona.
Badacarrati expresa que para él es un desafió estas personas con falta de ideales, como llegar a ellas, como poder enseñarles que se puede emprender un proyecto y enseñarles un ideal, que es lo que sostiene a la vida.
Un punto de encuentro
En 1943 se crearon numerosas plazas y plazoletas, entre ellas la Plaza Eva Perón (ex Plaza San Agustín). En esta plaza está el Anfiteatro Linares Cardozo sede que hace algunos años presentaba importantes eventos culturales y artísticos. Pero por ciertos problemas de seguridad se dejaron de hacer.
Hoy es punto de encuentro de jóvenes que como ellos dicen: “la ven pasar”. Nadie toma asistencia, ni firma horas de entrada ni de salida, pero lo importante es estar ahí, con los amigos, aunque sea para no hacer nada.
Sus frases son: “veo qué hay para hacer”; “salgo”; “estoy con mis amigos”; y “cuando puedo busco trabajo”.
Que existan jóvenes que no estudian ni trabajan supone una pérdida para el futuro de nuestra sociedad. La educación, el trabajo y la esperanza en la propia vida queda lejos de ellos. Cuando lo que se debería ofrecer sería una esperanza de futuro, dar confianza; arriesgar por los pilares de una sociedad los cuales son: la educación y el trabajo. Y que apostar a ellos son maneras de decir: “hay lugar para todos”.