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viernes, 29 de mayo de 2009
miércoles, 27 de mayo de 2009
domingo, 24 de mayo de 2009
Dirección General de Asistencia a la Victima del Delito
Objetivos
Promover y velar por lo derechos de las victimas prestándole tanto a ellas, como a su entorno familiar, asistencia en el ámbito jurídico, psicológico y social.
Articular los mecanismos legales a fin de conformar la Red de Contención a la Víctima del Delito con las distintas esferas de la comunidad.
Coordinar acciones de cooperación y asistencia mutua con O.N.G.s dedicadas a la atención de la problemática que contribuyan a conformar la Red de Contención a la Víctima del Delito.
http://www.entrerios.gov.ar/victimas/
Promover y velar por lo derechos de las victimas prestándole tanto a ellas, como a su entorno familiar, asistencia en el ámbito jurídico, psicológico y social.
Articular los mecanismos legales a fin de conformar la Red de Contención a la Víctima del Delito con las distintas esferas de la comunidad.
Coordinar acciones de cooperación y asistencia mutua con O.N.G.s dedicadas a la atención de la problemática que contribuyan a conformar la Red de Contención a la Víctima del Delito.
http://www.entrerios.gov.ar/victimas/
martes, 19 de mayo de 2009
Letras sobre Partituras
LIBROS
Letras sobre partituras
Felisberto Hernández
Cuentos
LOSADA
114 Páginas. $ 39
Entre las partituras y la magia de escribir.
Juan Herrera.
Letras sobre partituras
Felisberto Hernández
Cuentos
LOSADA
114 Páginas. $ 39
Entre las partituras y la magia de escribir.
Juan Herrera.
Un amor incomparable, el tiempo que parece interminable, los nervios de la primera vez y las vueltas en un bote alrededor de una pequeña isla de plantas, son algunos de los momentos en que Felisberto Hernández nos hace introducir en su mundo, en un mundo tan extraño como real en el que todos formamos parte. Es ese sentimiento de amor a un objeto, de las rutinas diarias y reales, que pueden ser transformadas al mismo tiempo en un sueño en el cual sé esta despierto,
“Letras sobre partituras” es una selección de cuatro cuentos del escritor uruguayo Felisberto Hernández. Estos cuentos forman parte de su carrera en sus distintas etapas.
La primera, en la que el autor se encuentra entre la música y la literatura. Es cuando publica: “La envenenada” en 1931, en sus apenas treinta páginas, contiene cuatro textos: “La envenenada”, “Ester”, “Hace dos días” y “Elsa”. Este último cuento integra parte de esta novedosa edición.
El segundo período es cuando Felisberto Hernández deja definitivamente su carrera musical. De sus cuentos escritos, extraemos: “Nadie encendía las lámparas” y “Mi primer concierto”, publicados en 1947.
Él último cuento en ser seleccionado es “La casa inundada”. Publicado en 1960 y constituye junto con la edición de “El cocodrilo” en 1962 y “Tierras de la memoria” en 1964 los últimos escritos del autor.
En una prolija edición y encuadernación; y con la recopilación de dibujos hechos por quien fuera su enamorada y segunda esposa, la artista plástica Amalia Nieto, la editorial Losada saca a conocer a este autor olvidado y muy bien aceptado por grandes autores del habla hispana. Así se intenta de esta manera trasmitir a lectores la opción de un escritor más. Un escritor que como ha dicho Italo Calvino no se parece a ninguno.
Las historias de “Letras sobre partituras” representan momentos vividos, objetos, situaciones y hasta sentimientos. En ellos podemos observar la forma de escribir de Felisberto Hernández, en primera persona, de su literatura mezclada con la música, y de palabras que emiten sonidos y marcan ritmos de tiempo.
De esta obra “Mi primer concierto” es la que mejor identifica al autor, ya que mezcla su literatura con la pasión de toda su vida.
Quien no al leerlo se sentirá identificado, con el miedo de la primera vez, él enfrentarnos con una situación la cual imaginamos, planeamos y hasta buscamos alternativas de todas las posibles situaciones que se pueden llagar a presentar y aun así, analizando todos estos posibles acontecimientos, siempre hay algo que surge sin previo aviso.
En “Mi primer concierto” Felisberto describe a su objeto amado como: “Un sarcófago”, y dígame quien de todos nosotros no guardamos un pequeño objeto o recuerdo de alguna primera vez.
Perfil de autor
Un fulano de tal, llamado Felisberto.
"Si no hubiese leído las historias de Felisberto Hernández en 1950, hoy no sería el escritor que soy". Esto lo dijo un fulano de tal con nombre y apellido, en este caso con dos apellidos, un tal, Gabriel García Márquez.
Feliciano Felisberto Hernández Silva, nació el 20 de octubre de 1902 en Montevideo. Pianista y escritor.
De sus composiciones musicales se destacaron: “Canción de Cuna”, “Primavera”, “Marcha Fúnebre” y “Crepúsculo”
Su primera obra literaria fue: “Fulano de tal” en 1925; le siguió “Libro sin tapas”, que en realidad no las tenias, en 1929; “La cara de Ana” en 1930 y “La envenenada” en 1931.
Hacia 1940 abandonó su carrera de pianista y se dedicó a la literatura. Sin embargo, la música siguió influyendo en su forma de escribir, su relato estaba asociado a ella o era construido como una partitura con sus determinados ritmos.
En 1942 publicó “Por los tiempos de Clemente Colling” y en 1943 “El caballo perdido”, obteniendo un premio del Ministerio de Instrucción Pública. El personaje principal de sus cuentos es el mismo.
Fue con, "Nadie encendía las lámparas", en 1947, que su narrativa, mezcla de realidad y de sueño, toma el camino de la literatura fantástica latinoamericana, de acuerdo con Julio Cortázar, Juan José Saer e Italo Calvino. Este paso es un antecedente fundamental del realismo mágico que vendría después.
Felisberto Hernández falleció el 13 de enero de 1964. Dejó varios cuentos escritos en un sistema taquigráfico de su invención que aún no se han podido descifrar.
“Letras sobre partituras” es una selección de cuatro cuentos del escritor uruguayo Felisberto Hernández. Estos cuentos forman parte de su carrera en sus distintas etapas.
La primera, en la que el autor se encuentra entre la música y la literatura. Es cuando publica: “La envenenada” en 1931, en sus apenas treinta páginas, contiene cuatro textos: “La envenenada”, “Ester”, “Hace dos días” y “Elsa”. Este último cuento integra parte de esta novedosa edición.
El segundo período es cuando Felisberto Hernández deja definitivamente su carrera musical. De sus cuentos escritos, extraemos: “Nadie encendía las lámparas” y “Mi primer concierto”, publicados en 1947.
Él último cuento en ser seleccionado es “La casa inundada”. Publicado en 1960 y constituye junto con la edición de “El cocodrilo” en 1962 y “Tierras de la memoria” en 1964 los últimos escritos del autor.
En una prolija edición y encuadernación; y con la recopilación de dibujos hechos por quien fuera su enamorada y segunda esposa, la artista plástica Amalia Nieto, la editorial Losada saca a conocer a este autor olvidado y muy bien aceptado por grandes autores del habla hispana. Así se intenta de esta manera trasmitir a lectores la opción de un escritor más. Un escritor que como ha dicho Italo Calvino no se parece a ninguno.
Las historias de “Letras sobre partituras” representan momentos vividos, objetos, situaciones y hasta sentimientos. En ellos podemos observar la forma de escribir de Felisberto Hernández, en primera persona, de su literatura mezclada con la música, y de palabras que emiten sonidos y marcan ritmos de tiempo.
De esta obra “Mi primer concierto” es la que mejor identifica al autor, ya que mezcla su literatura con la pasión de toda su vida.
Quien no al leerlo se sentirá identificado, con el miedo de la primera vez, él enfrentarnos con una situación la cual imaginamos, planeamos y hasta buscamos alternativas de todas las posibles situaciones que se pueden llagar a presentar y aun así, analizando todos estos posibles acontecimientos, siempre hay algo que surge sin previo aviso.
En “Mi primer concierto” Felisberto describe a su objeto amado como: “Un sarcófago”, y dígame quien de todos nosotros no guardamos un pequeño objeto o recuerdo de alguna primera vez.
Perfil de autor
Un fulano de tal, llamado Felisberto.
"Si no hubiese leído las historias de Felisberto Hernández en 1950, hoy no sería el escritor que soy". Esto lo dijo un fulano de tal con nombre y apellido, en este caso con dos apellidos, un tal, Gabriel García Márquez.
Feliciano Felisberto Hernández Silva, nació el 20 de octubre de 1902 en Montevideo. Pianista y escritor.
De sus composiciones musicales se destacaron: “Canción de Cuna”, “Primavera”, “Marcha Fúnebre” y “Crepúsculo”
Su primera obra literaria fue: “Fulano de tal” en 1925; le siguió “Libro sin tapas”, que en realidad no las tenias, en 1929; “La cara de Ana” en 1930 y “La envenenada” en 1931.
Hacia 1940 abandonó su carrera de pianista y se dedicó a la literatura. Sin embargo, la música siguió influyendo en su forma de escribir, su relato estaba asociado a ella o era construido como una partitura con sus determinados ritmos.
En 1942 publicó “Por los tiempos de Clemente Colling” y en 1943 “El caballo perdido”, obteniendo un premio del Ministerio de Instrucción Pública. El personaje principal de sus cuentos es el mismo.
Fue con, "Nadie encendía las lámparas", en 1947, que su narrativa, mezcla de realidad y de sueño, toma el camino de la literatura fantástica latinoamericana, de acuerdo con Julio Cortázar, Juan José Saer e Italo Calvino. Este paso es un antecedente fundamental del realismo mágico que vendría después.
Felisberto Hernández falleció el 13 de enero de 1964. Dejó varios cuentos escritos en un sistema taquigráfico de su invención que aún no se han podido descifrar.
jueves, 7 de mayo de 2009
sábado, 2 de mayo de 2009
PROYECTO DE LEY SERVICIOS DE COMUNICACIÓN AUDIOVISUAL
La comunicación es un derecho humano fundamental y que todos debemos ejercer a lo largo de nuestra vida con igualdad de oportunidades.
Por esta razón la comunicación debe servir para la inclusión social. Fomentar la pluralidad del mensaje, la diversidad de opiniones y la independencia editorial.
Por esta razón la comunicación debe servir para la inclusión social. Fomentar la pluralidad del mensaje, la diversidad de opiniones y la independencia editorial.
La actividad radiofónica argentina se rige actualmente por la ley de radiodifusión 22.285. esta ley fue sancionada y promulgada en 1980 por el gobierno militar.
Cuando la radiodifusión constituye una de las herramientas comunicacionales necesarias para alcanzar el objetivo del progreso.
La vigente Ley 22.285, autoritaria en su concepción, con una visión arbitraria, discriminatoria, que inexplicablemente aún regula en una materia tan significativa en una sociedad que ha definido desde hace casi dos décadas vivir en un sistema democrático, pluralista, federalista, marca una situación muy contradictoria para nuestra época.
La vigente Ley 22.285, autoritaria en su concepción, con una visión arbitraria, discriminatoria, que inexplicablemente aún regula en una materia tan significativa en una sociedad que ha definido desde hace casi dos décadas vivir en un sistema democrático, pluralista, federalista, marca una situación muy contradictoria para nuestra época.
La propuesta de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual busca legislar para garantizar el ejercicio universal de recibir, difundir, investigar y proporcionar opiniones a la comunidad.
La norma es el resultado de un proceso interdisciplinario de consulta Antes de ingresar al Congreso de la Nación, el texto será discutido por distintos actores en toda la República Argentina.
Los ejes sobresalientes de la ley propuesta son los siguientes:
1) Proporcionar un marco legal.
2) Crear un organismo colegiado.
3) Universalizar la comunicación para ampliar los medios comunitarios.
4) Evitar monopolios y oligopolios.
5) Distribuir las licencias.
6) Difundir el cine nacional.
7) Reservar el espacio audiovisual a organizaciones sin fines de lucro.
8) Divulgar masivamente los eventos deportivos trascendentes para el país.
Una de las preguntas que nos tendríamos que hacer es por que se le brinda tan poca información a este nuevo proyecto. Y de cómo esto sirve para crear opinión en la población
Tomando como referencia el texto sobre el Informe Mac Bride un solo mundo voces múltiples es necesario para nuestra sociedad de un Conjunto de principios y normas establecidas para guiar u orientar el comportamiento de los sistemas comunicacionales” para que como dice el libro de José Luis Ferrando todos tengamos todo por decir.
Mapa monopolio de la palabra
Visiten el sitio http://www.buenosaires.gov.ar/areas/produccion/industrias/observatorio/infografias.php?menu_id=11042
y lo podran visualizar mejor.
Entrevista Creativa. Tp Nº 2
Cuando la basura no es un desecho.
Cada mañana pasan con su carro cargado de ilusiones. Carro tirado por pura fuerza de voluntad que recorre los barrios de Antártida Argentina, La Floresta y las Flores para pasar el puente del cementerio y llegar al centro. Cada una de las personas que lo ven pasar son testigos de su recorrido que ha ocurrido día a día, mes a mes y año tras año.
Mientras muchos se preparan para el inicio de una nueva jornada ellos ya van de camino, simplemente, esperando que hoy, que es el hoy de todos los días, sea el gran día.
Los trabajadores en negro de las grandes papeleras. Los hermanos Mayer, Héctor de 56 y Orlando de 45 años actualmente recogen de las calles cartones, todos los días, mañanas y tardes.
Los hermanos Mayer viven en el barrio San Martín y desde hace años, Héctor y Orlando tiran de un carro durante horas. Un carro que puede llegar a pesar más de 200 kilos a la hora de volver y hacer el negocio del cartón. Mientras van de camino autos y colectivos rozan su carro muy frecuentemente. Su lugar de trabajo es la Peatonal San Martín y cada esquina, cada lugar de la ciudad por donde ellos pasen y vean papeles, cartones, hojas, pliegos de cartón o cajas. Es en la peatonal entre La paz y Cervantes donde se encuentran acomodando cajas, doblándolas correctamente para que el espacio del carro aumente. Es Orlando Mayer con quien se establece el diálogo, su hermano mayor toma una actitud de desinterés y continúa con su labor.
— ¿Cómo es este trabajo de cartonero?
— Es como un trabajo. Tenes que levantarte y sabes que tenes que salir. Es como un trabajo común y silvestre.
— ¿Con que ilusiones se despierta cada mañana?
— Bien, bien, me levanto, tomo mate, me lavo la cara y salgo con la esperanza de tener algo. Cartoneamos y lo vendemos en el día. Nos rebuscamos todo el día así.
— ¿Nunca buscaron hacer otra cosa?
— Es el único trabajo medio que tenemos para trabajar. Somos corto de vista los dos —dijo mientras dejaba largar un largo suspiro— no alcanzamos a ver ninguno de los dos prácticamente. Él —dice señalando a su hermano— no alcanza a ver nada, yo más o menos me defiendo todavía. Antes trabajábamos en la granja de la Juanita en el barrio Almendral, pero ya no existe nada de eso. Mi hermano trabajo diez años en el frigorífico Alberdi y lo echaron a la mierda por que no veía bien.
— ¿Qué es ese problema que tiene en la vista?
— El problema que tenemos en la vista es muy grave, no tenemos solución nosotros.
— ¿Es una enfermedad congénita?
— Si, es una enfermedad hereditaria —suspira con resignación— a medida que van pasando los días se va achicando más.
— ¿Cómo es este negocio del cartón?
— Hay días que sale y hay días que no sale nada. Te vas con el carro vacío —dice y deja escapar una sonrisa.
— ¿Pero la mayoría de las veces?
— Estos días gracias a Dios por lo menos a esta hora hemos, hemos venido tironeando con el cartón. Ha salido bastante
— ¿Cómo hacen con el cartón que juntan por día?
— Lo llevamos y lo vendemos en el día, antes lo juntábamos por semana pero donde estamos no tenemos lugar para juntarlo. Con un poco de espacio nos manejaríamos mejor para tener más plata en la semana. Pero la plata vuela.
Orlando Mayer aparenta tener más edad de la que lleva a cuestas. Quizás sea por sus lentes de abuelo o su rostro de resignación ante la vida. Escuálido y demacrado, con una barba candado de pocos meses, y el cabello abundante y desparramado debajo de una vieja gorra que publicita al Ministerio de Salud. Vestido de zapatillas de lona negras, con un pantalón de vestir que ha perdido el tono por el paso del tiempo, y de unas cuantas tallas más que la de su dueño. Las mangas de su camisa pasan sus codos, sus brazos y sus manos cansadas y arruinadas.
— ¿Qué saben sobre el dengue?
— Al dengue lo llevamos desde chiquitos nosotros, surge ahora porque surge. Allá en el barrio con las lagunas, el volcadero sobran mosquitos y enfermedades.
— ¿Piensa que progrese el país?
— No, no, no tenemos más esperanza de nada. No creo que venga alguien a querer cambiar esto, y hay quienes quieren que nada de esto pase. El que nació pobre va a seguir siendo pobre.
Héctor habla por primera vez para preguntar si habrá alguien que quiera cambiar una cuerda y en ese momento es interrumpido por uno de los comerciantes.
— Ya tenemos sus cartones.
— Bueno, bueno —responden de forma apresurada y educada.
— ¿Le cree al gobierno actual?
— No creemos en nadie ya nosotros.
— ¿Hay comerciantes que le guardan cartones solo para ustedes?
— Si, algunos comerciantes por general toda la gente que nos conoce acá todos nos guardan el cartón. Gente muy buena. Nosotros también tratamos bien a la gente, respetuosamente. Hacemos nuestro trabajo callado, agachamos la cabeza, ya somos gente grande.
— ¿Votan en las elecciones?
— Yo si voto, mi hermano no, esta enojado, le prometieron una pensión y nunca se la dieron, el no vota más. Son unos malandras los políticos.
— ¿Igual, la hay que seguir peleando?
— Nosotros agachamos la cabeza y sabemos que hay que darle para delante con esto, que se le va hacer, no podemos trabajar en otra cosa con nuestro problema de la vista, y pensar que hay personas que están sanas de pie y mano y no trabajan por que no unos vagos.
Otro comerciante se acerca y le deja unos cartones a la cual agradecen.
— ¿Se han ganado mucho cariño con la gente?
— Si y todo gracias al respeto, porque con el respeto se llega a cualquier parte.
Nuestras manos se estrechan con fuerza. Me despido de ambos pensando, solo pensando, en como el respeto no le es devuelto a personas que creen en el.
Cada mañana pasan con su carro cargado de ilusiones. Carro tirado por pura fuerza de voluntad que recorre los barrios de Antártida Argentina, La Floresta y las Flores para pasar el puente del cementerio y llegar al centro. Cada una de las personas que lo ven pasar son testigos de su recorrido que ha ocurrido día a día, mes a mes y año tras año.
Mientras muchos se preparan para el inicio de una nueva jornada ellos ya van de camino, simplemente, esperando que hoy, que es el hoy de todos los días, sea el gran día.
Los trabajadores en negro de las grandes papeleras. Los hermanos Mayer, Héctor de 56 y Orlando de 45 años actualmente recogen de las calles cartones, todos los días, mañanas y tardes.
Los hermanos Mayer viven en el barrio San Martín y desde hace años, Héctor y Orlando tiran de un carro durante horas. Un carro que puede llegar a pesar más de 200 kilos a la hora de volver y hacer el negocio del cartón. Mientras van de camino autos y colectivos rozan su carro muy frecuentemente. Su lugar de trabajo es la Peatonal San Martín y cada esquina, cada lugar de la ciudad por donde ellos pasen y vean papeles, cartones, hojas, pliegos de cartón o cajas. Es en la peatonal entre La paz y Cervantes donde se encuentran acomodando cajas, doblándolas correctamente para que el espacio del carro aumente. Es Orlando Mayer con quien se establece el diálogo, su hermano mayor toma una actitud de desinterés y continúa con su labor.
— ¿Cómo es este trabajo de cartonero?
— Es como un trabajo. Tenes que levantarte y sabes que tenes que salir. Es como un trabajo común y silvestre.
— ¿Con que ilusiones se despierta cada mañana?
— Bien, bien, me levanto, tomo mate, me lavo la cara y salgo con la esperanza de tener algo. Cartoneamos y lo vendemos en el día. Nos rebuscamos todo el día así.
— ¿Nunca buscaron hacer otra cosa?
— Es el único trabajo medio que tenemos para trabajar. Somos corto de vista los dos —dijo mientras dejaba largar un largo suspiro— no alcanzamos a ver ninguno de los dos prácticamente. Él —dice señalando a su hermano— no alcanza a ver nada, yo más o menos me defiendo todavía. Antes trabajábamos en la granja de la Juanita en el barrio Almendral, pero ya no existe nada de eso. Mi hermano trabajo diez años en el frigorífico Alberdi y lo echaron a la mierda por que no veía bien.
— ¿Qué es ese problema que tiene en la vista?
— El problema que tenemos en la vista es muy grave, no tenemos solución nosotros.
— ¿Es una enfermedad congénita?
— Si, es una enfermedad hereditaria —suspira con resignación— a medida que van pasando los días se va achicando más.
— ¿Cómo es este negocio del cartón?
— Hay días que sale y hay días que no sale nada. Te vas con el carro vacío —dice y deja escapar una sonrisa.
— ¿Pero la mayoría de las veces?
— Estos días gracias a Dios por lo menos a esta hora hemos, hemos venido tironeando con el cartón. Ha salido bastante
— ¿Cómo hacen con el cartón que juntan por día?
— Lo llevamos y lo vendemos en el día, antes lo juntábamos por semana pero donde estamos no tenemos lugar para juntarlo. Con un poco de espacio nos manejaríamos mejor para tener más plata en la semana. Pero la plata vuela.
Orlando Mayer aparenta tener más edad de la que lleva a cuestas. Quizás sea por sus lentes de abuelo o su rostro de resignación ante la vida. Escuálido y demacrado, con una barba candado de pocos meses, y el cabello abundante y desparramado debajo de una vieja gorra que publicita al Ministerio de Salud. Vestido de zapatillas de lona negras, con un pantalón de vestir que ha perdido el tono por el paso del tiempo, y de unas cuantas tallas más que la de su dueño. Las mangas de su camisa pasan sus codos, sus brazos y sus manos cansadas y arruinadas.
— ¿Qué saben sobre el dengue?
— Al dengue lo llevamos desde chiquitos nosotros, surge ahora porque surge. Allá en el barrio con las lagunas, el volcadero sobran mosquitos y enfermedades.
— ¿Piensa que progrese el país?
— No, no, no tenemos más esperanza de nada. No creo que venga alguien a querer cambiar esto, y hay quienes quieren que nada de esto pase. El que nació pobre va a seguir siendo pobre.
Héctor habla por primera vez para preguntar si habrá alguien que quiera cambiar una cuerda y en ese momento es interrumpido por uno de los comerciantes.
— Ya tenemos sus cartones.
— Bueno, bueno —responden de forma apresurada y educada.
— ¿Le cree al gobierno actual?
— No creemos en nadie ya nosotros.
— ¿Hay comerciantes que le guardan cartones solo para ustedes?
— Si, algunos comerciantes por general toda la gente que nos conoce acá todos nos guardan el cartón. Gente muy buena. Nosotros también tratamos bien a la gente, respetuosamente. Hacemos nuestro trabajo callado, agachamos la cabeza, ya somos gente grande.
— ¿Votan en las elecciones?
— Yo si voto, mi hermano no, esta enojado, le prometieron una pensión y nunca se la dieron, el no vota más. Son unos malandras los políticos.
— ¿Igual, la hay que seguir peleando?
— Nosotros agachamos la cabeza y sabemos que hay que darle para delante con esto, que se le va hacer, no podemos trabajar en otra cosa con nuestro problema de la vista, y pensar que hay personas que están sanas de pie y mano y no trabajan por que no unos vagos.
Otro comerciante se acerca y le deja unos cartones a la cual agradecen.
— ¿Se han ganado mucho cariño con la gente?
— Si y todo gracias al respeto, porque con el respeto se llega a cualquier parte.
Nuestras manos se estrechan con fuerza. Me despido de ambos pensando, solo pensando, en como el respeto no le es devuelto a personas que creen en el.
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